El documentario Las rosas negras, pone de manera sutil en escena la relaciones complejas de los adolescentes naturales de los « barrios nortes » de las grandes metrópolis a su lenguaje y a su sexo. Si esta lengua provocadora a veces funciona como un factor exclusión social ella también tiene el poder de reforzar los vínculos para con los pares y de permitir al sujeto de componer con sus identidades plurales. A la intersección de la diferencia de sexo, de las edades de la vida y de los territorios diversos – culturales, psíquicos y políticos –, la utilización de esta lengua mestiza abre a la creación de un espacio intermediario situado entre las lenguas y los lugares.
Adolescence, 2014, 32, 1, 211-223.