El autor parte de la idea de que cada guerra está determinada por un fantasma que precede a las acciones de los hombres. Esta realidad psíquica es – más que nunca – verdadera, puesto que la guerra civil se ha vuelto un fenómeno universal y encuentra su causalidad en el mito de la muerte del padre. En la coencidencia entre mito y fantasma, el adolescente se encuentra en medio de sus preocupaciones edípicas. La escena de la guerra es para él un lugar privilegiado para poner en acción a sus fantasmas agresivos e incestuosos. Es pués una estrategia que conduce a hacer la economía de la castración simbolica puesto que el padre ideal irrumpe en escena para calmar la falla del padre real.