Por que el yo no puede ser mas que una imagen proyectada del sujeto a través sus múltiples representaciones sus diversos “ vestidos ” el no puede ser sostenido imaginariamente que por el otro, la mirada del otro a la búsqueda renovada (como un tiempo después del estado del espejo) del asentimiento de la confirmación de su imagen al lado del otro. Es así que la relación del adolescente al vestido, puede ser concebido como un tiempo necesario de precombinación de miradas a fin de construir lo que nosotros llamamos el rostro en el centro del difícil encuentro de las miradas. Así nosotros proponemos de pensar los vestidos como el lugar de un proceso de “ rostroificacion ” que afecta al sujeto y al objeto proceso por el cual se vuelve a jugar y se dialéctiza el cruce de las miradas.