Con la pubertad, la vivencia temporal se hace conflictual y sale de la linealidad infantil. Este proceso se ve entrabado por la llegada de una fobia escolar durante la adolescencia y ello sin signo anunciador anterior. La pulsionalidad parece estar congelada y el tiempo parece detenerse. Se encuentra una búsqueda de inmutabilidad propia a los síndromes autísticos. Aquí el efecto de la consecuencia en lugar de abrirse a la temporalidad despierta una falla de los orígenes.
Adolescence, 2020, 38, 1, 191-205.