La entrada a la edad adulta confronta a numerosas pérdidas. El grupo terapéutico se revela pertinente a esta edad. El grupo puede constituirse, como un soporte de proyección para hacer emerger y luego tratar esta problemática. Algunos ejemplos clínicos, muestras como la plaza que cada uno toma, la manera como cada uno se identifica a los otros, las angustias como también los conflictos emergentes en la sesión constituyen salidas que van a permitir a los jóvenes adultos de lanzarse en un proceso terapéutico.
Este articulo, propone una lectura espacio temporal del contrato de peso en el seguimiento de pacientes anoréxicos hospitalizado. Se ha considerado como una mediación terapéutica a carácter temporal. A las fronteras espaciales del lugar de tratamiento se añade en efecto las fronteras temporales del peso de la separación y de las salidas. Su articulación, produce un fenómeno de “tiempo ponderal” que se hace eco de los movimientos psíquicos del paciente bajo la influencia de los objetos parentales.
“La radicalización” emerge en el discurso de los padres, es un motivo de consultación de los adolescentes. En las tres situaciones clínicas presentadas, aparece como un medio utilizado por los adolescentes para separarse y llenar un vacío en la transmisión entre las generaciones. El mestizaje traumático será discutido como un operador en los procesos de identidad. El objetivo es de comprender el sentido de esas adhesiones a la radicalización en un contexto de separación e individuación.
Etapa decisiva en la construcción del niño, el odio exprime una destructividad que sobrepasa la resistencia inicial a la autonomía. Freud lo ilustra por medio del Fort-Da en el cual el niño ejecuta y luego sobrepasa su pulsión de control. Y D. W. Winnicott insiste en el rol crucial de la madre durante esta etapa en la cual el odio se dirige hacia ella. Para Freud, como para D. W. Winnicott, el odio esta al origen del pensamiento : sin odio no hay separación ; y sin separación no hay construcción del cuerpo y de la psiquis.
Es muy clásico decir que el trabajo psíquico que debe cumplir un adolescente es un trabajo de separación, y en particular separación con los objetos de la infancia. Parece mas justo hablar de un ajustamiento de los vínculos entre los padres y los adolescentes. Ellos no deben ser ni muy sueltos para evitar el sentimiento de abandono, ni muy cerrados para no impedir al individuo de construir un espacio psíquico propio. Un tiempo institucional en el cual el adolescente y el padre pueda encontrar su lugar ; puede ayudar a encontrar esta buena distancia. La organización de un grupo de padres al mismo tiempo que un tiempo institucional, es instituido para el adolescente y permite de trabajar sobre este ajustamiento de los lazos.
Entre fetichización del cuerpo convertido en una referencia del valor del sujeto y sostén del juego como modalidad de obtención de satisfacciones narcísicas y libidinalizadas, el deporte, se ha convertido en una fuente de motivación a la intersección del sujeto, de lo social y de lo político. A partir de la biografía de Andre ahassi, un celebre jugador de tenis de los años 1990, nosotros exploramos los diversos aspectos de la dominación parental – Aquí, un padre – sobre el destino psíquico de un deportista de alto nivel.
Sylvie una adolescente tratata en un hospital del dia, está sumergida en una preocupación exclusiva de los muertos. Ello no es el signo de un proceso de duelo en curso de elaboración, ni tampoco de un vínculo melancolico con el objeto perdido si no ello nos atestigua de una icrusión críptica de un duelo traumático no elaborado a la generación precedente. Esta inclusión genera un vínculo incestual en la familia y Sylvie trata de metabolizar a travez sus preguntas obsedantes acerca de la muerte.
El establecimiento de un contrato de peso en el tratamiento hospitalario de la anorexia mental marca de primera intención en la cabeza de los padres y de la paciente la inquietud denegada por la realidad somática y su devenir corriendo el riesgo de complicaciones graves. Luego rapidamente se establece que la interrogación central no es aquella que en la fantasía plantea la alimentación desmedida de la paciente a través una técnica medical que la volverá gorda si no aquel de transformarse en mujer inacabada, de una jóven que hace abortar por su conducta activa y voluntaria su proceso de adolescente. Esta referencia simbólica del contrato, nos instruye acerca de los efectos sobre su cuerpo y el proceso de pensamiento de la paciente y nos permite ajustes identificadores.
La obligación que impone el acto terapéutico siempre sera menor que la violencia de las relaciones primitivas del yo del sujeto con el super ego arcaico y busca tranquilizar las adversidades internas al orígen de la restricción alimentaria y del adelgazamiento. La persecución exterior se opone a la dictadura interna. El conflicto será desplazado en la relación de la cura (figura de los conflictos con los padres) y permite la emergencia de nuevas posibilidades de representación. El conflicto és de nuevo humano y durante todo el tiempo va a desplegarse la denegación, el clivaje, la proyección y ello de manera defensiva, antes que un encuentro con el conflicto no sea posible, encuentro que proteje el narcisismo del paciente (ella no se humilla en pedir ayuda el vínculo le es impuesto). Este encuentro permite la exploración de los deseos profundos de la paciente y de su grado de resistencia en la denegación dónde el conformismo es utilizado. Es esta dialectica deseo-resistencia que permite el establecimiento de un diagnóstico en términos económicos puesto que fundamentalmente, es el deseo que construye la alienación. El contrato és un artificio técnico que provoca una situación de separación fuertemente temida por la paciente y su familia y que revela la complejidad (natura, intensidad y ambivalencia) de los vínculos padres-hijos y las fantasias que ellos generan. Ello, nos permite de estudiar la problemática central de separación : preocupación alrrededor del peso de la separación y de la salida, fetichización del peso, reactivación de la problemática de separación a la ocasión de una salida de la institución adoptando el lenguaje del simptoma y encerrandolo en el contexto de un contrato alrrededor del peso, el psiquiatra puede de ese modo proponer un espacio psicoterapéutico.
La adolescencia muy a menudo es considerada como un pasaje. En todas las culturas hay maneras de regular y conducir las dificultades de paso de un estatuto a otro – en el pasaje adolescente – sin mucha angustia para los novicios y para los adultos que ya han sido iniciados. En nuestras sociedades dichas modernas, complejas y mestizas el riesgo mas grande para los adolescentes es el de perderse y de quedarse marginalizados. Quisiéramos clarificar la noción de ritos de pasaje y evocar la definición y las funciones a partir de los aportes de A. Van Gennep.
Nuestra reflexión se centra en la articulación entre psicoterapia individual y psicodrama. Ello interroga la transferencia y la pertinencia de un trabajo psíquico con varios intervinientes sobre todo cuando los procesos han advenido y se dan en la relación individual, de cara a cara.
Adolescence, 2009, T. 27, n°1, pp. 91-98.
Revue semestrielle de psychanalyse, psychopathologie et sciences humaines, indexée AERES au listing PsycINFO publiée avec le concours du Centre National du Livre et de l’Université de Paris Diderot Paris 7