Este articulo trata de abordar el juego singular y exacerbado de las seducciones en la trasferencia en el caso de una joven muchacha bajo influencia de una excitación sexual intensa y que se entrega a amores sin correspondencia luego de la muerte brutal de su padre. De la respuesta del analista a esta excitación y a la exigencia de un amor imperioso depende la posibilidad de la constitución de una escena donde el fantasma de seducción podría tener una función diferenciadora y organizadora ello de pareja con la función de la muerte del padre.
La venganza representa una de las formas más destructoras de la violencia humana y ofrece así, un terreno privilegiado para estudiar dicha violencia por ella misma. Para el psicoanálisis, la perversión es la organización psíquica que ilustra de la manera mas clara como nace el deseo de venganza en el psiquismo humano. Sin embargo su objetivo es paradójico. Es lo que he intentado poner de relieve en mis últimos libros intitulándolos : La perversión, vengarse para sobrevivir (Bonnet, 2008). Puesto que si el perverso se interesa a la venganza es para sobrevivir y hacer contra peso a otra violencia, mortífera y peligrosa de otra manera que amenaza desde adentro sin descanso. El perverso hace contrapeso a esta violencia de muerte interesándose a todas las facetas de la venganza ; y es importante de identificarlas para desamorzar los peligros inmediatos. Nos apercibimos que se interesa a esta violencia de sobre vivencia de dos maneras : o atacándose a otros que el trasforma en objetos, ello en las perversiones las más graves. Cuando el sujeto esta enteramente bajo la influencia de la dialéctica de la venganza, o interesándose contra su propia voluntad a una u otra faceta de la venganza de manera a que ella sea contenida de sus consecuencias por el otro : ello va del don juanismo al machismo o al fetichismo ; pasando por todas la modalidades del narcisismo o del boyerismo que hoy en día aprovechan.
Los autores estudian la función de la mirada y las vicisitudes clínicas en la confrontación del adolescente a lo real de lo sexual, a partir de dos casos clínicos en el cual la mirada viene a cristalizar el trauma después de la confesión al otro de una transgresión sexual.
A contra corriente del pensamiento Freudiano que convoca los excesos maternales en la relación madre e hija; ese trabajo, demuestra en que es pertinente de hablar de dominación paternal en el caso donde la exigencia absoluta de la excelencia instala un sistema cerrado, al servicio de un proyecto deportivo. Una de las consecuencias de la obligación interiorizada de convertirse en campeona es el congelamiento de la metamorfosis adolescente. El ejemplo del tenis, donde la frecuencia de dúos padre/hija es remarcable ; es aquí retenido.
Cabe distinguir cuidadosamente las nociones metapsicológicas de « pulsión » e « instinto », tal como lo hace Freud en alemán al utilizar los vocablos instinkt y trieb de manera plenamente diferenciada. En el ámbito del psicoanálisis, ha perdurado la confusión entre ambos términos desde que Strachey los tradujo sincréticamente al inglés como instinct. Instinto y pulsión se oponen en el caso del ser humano: el carácter innato y adaptado del primero contrasta con el carácter adquirido (precozmente), polimorfo y anárquico de la segunda. La búsqueda del apaciguamiento (instinto) se opone a la búsqueda de la excitación (pulsión).
El ser humano presenta por instinto comportamientos de autoconservación; la teoría del apego [attachement] ha mostrado su alcance, su precocidad (habilidades) y su carácter intersubjetivo. Por el contrario, en el ámbito sexual, el instinto sólo aparece una vez llegada la prepubertad o la pubertad. Durante el « silencio » del instinto sexual, entre el nacimiento y la pubertad, surge y se desarrolla la pulsión sexual, apuntalada por el instinto de autoconservación, mediante el proceso de seducción generalizada.
Durante la pubertad, el instinto sexual tiene que negociar cierto equilibrio con la pulsión infantil, que ha « acaparado » todo el lugar.
El psicoanálisis tiene precisamente por objeto la pulsión sexual infantil reprimida en el inconsciente.
En el juego entre los sexos y las generaciones, el seductor es antes que todo un “ passeur ” que va permitir al adolescente que se embarca con el de encontrar a la vez las múltiples armonías de su sexualidad infantil polimorfa y un sueno incestual. Este pasaje es una re-travesía del tiempo y de una evolución socialmente arreglada hacia un estatuto de mujer y de madre, el hará de nuevo una pequeña niña. También es un pasaje en el sentido de una transgresión fantasmatica que no es posible que si ella no tiene lugar anteriormente en la realidad puesto que el incesto no es el Edipo si no su desaparición en un telescopaje entre el sueno y la realidad.
La emergencia de lo femenino erótico durante el periodo pubertario es que hace efracción durante la adolescencia tanto para la niña como para el niño.
El adolescente mujer o varón debe extraerse a la seducción y al yugo maternal la cual tiende a la indiferenciacion para poder orientarse hacia la seducción y la identificación paternal en un nuevo trabajo de acceso a la diferenciación de sexos masculino-femenino el cual puede ser nombrado “ trabajo de lo femenino ” et que conduce al encuentro erótico y amoroso.
La seducción paternal funciona después, reorganizando la seducción precoz maternal la cual posede dos caracteres la de provocar una efraccion en el sentido de ruptura a veces traumática, pero también nutriente en el sentido de la reestructuración. Así, la seducción paternal, tiene un carácter iniciatico y lanza un cambio de objeto. Entre los dos, puede producirse una operación compleja de apropiación del cuerpo y de la sexualidad a través de un camino de auto seducción pulsional. La función del “ doble ” que tiene el terapeuta permite la elaboración.
Revue semestrielle de psychanalyse, psychopathologie et sciences humaines, indexée AERES au listing PsycINFO publiée avec le concours du Centre National du Livre et de l’Université de Paris Diderot Paris 7