A la adolescencia el cuerpo se convierte en una superficie de proyección cuya apariencia hay que controlar y ello adornandola, disimulandola, maltratandola, etc. La existencia és una historia de piel un asunto de frontera entre lo de adentro y lo de afuera. La primera envoltura del cuerpo lleva el sufrimiento a la superficie de sí. Allá dónde se vuelve visible y controlable. Ella es un acto de paso mas que un pasaje por el acto .