Las quejas hipocondriacas frecuentes durante la adolescencia son una demanda hecha al otro y van dirijidos a un objeto de amor o de odio. El adolescente viene a quejarse, y poner como testigo a los otros de la efracción traumática inducida por la pubertad. Las quejas hipocondriacas llevan una carga afectiva narcísica masiva. El organo, del cual el adolescente se queja condensa el cuerpo traumatizado en su globalidad por la genitalización. El cuerpo centrado por sus quejas múltiples es un lugar de proyección cristalizando en la masa corporal todo pensamiento que vuelve a ser asignificante. El adolescente hipocondriaco está animado por una fantasía muy activa de inmortalidad ; este parece substituir la dimensión temporo-espacial de la enfermedad al tiempo y al espacio de la existencia humana marcada por su finitud.