Diferenciando en primer lugar, las diferentes formas del espacio urbano (calles, pasajes, etc) y en función de los usos históricos o presentes y en segundo lugar la vivencia diferenciada del espacio público en los diferentes periodos de la vida (de la infancia a la edad adulta); el autor postula la hipótesis que nuestro urbanismo moderno, no permite más al adolescente de realizar el paso entre la vivencia infantil de la calle (marcado por una especie de sueño interno) y la vivencia adulta (marcada por la diferenciación y la nominación). Los adolescentes, entonces tratan de revivir ese pasaje entre lo intimo y lo público, pero no encuentra respuesta en los lugares anónimos de la modernidad salvo en aquella de la estigmatización como respuesta a una búsqueda desesperada de reconocimiento.