Adrian es un adolescente torturado por una infancia dolorosa, sin padre, el va descubrir en el camino de su psicoterapia y a través del futbol, el verdadero objeto del deseo, va a descubrir los rastros inconscientes de su historia. « Un » padre y su lugar de sujeto que adviene estableciéndose con su discurso del vínculo social.
Estética del desapego, el tag (graffiti urbano realizado por los jóvenes) interpreta la rivalidad y las discrepancias; la problemática de lo bello o lo feo desaparece en aras de la expresión de un sujeto enfrentado a un objeto que se le escapa, más allá de la carencia, hacia una ausencia de objeto.
El espacio abierto por el tag provoca así una variación del campo estético mismo, atrapado entre la precipitación pulsional y el arte de la moderación, en el que la imagen es interpretación del nombre; la letra, interpretación del autorretrato; el estilo, interpretación del trazo nacido de la metonimia de un deseo singular.
Durante la adolescencia, el estado amoroso que surge en el transcurso de ciertos tratamientos analíticos– sobre todo cuando se viven trastornos graves del comportamiento alimenticio – es un acontecimiento psíquico que manifiesta un reposicionamiento libidinal, narcisista y objetal. Constituye el indicio de un desprendimiento de una posición melancólica subyacente ; resulta necesario ponderar entonces los alcances psíquicos y las implicaciones transferenciales. Efecto de cierto trabajo de duelo respecto al objeto originario, dicho reposicionamiento conlleva la esperanza de que un nuevo objeto pueda encontrar lugar dentro del yo.
A partir del trabajo con una paciente que se escarifica, los autores proponen una lectura de los pasos al acto sobre el cuerpo como una tentativa de construir un objeto del deseo dicha tentativa es diferenciada según las prácticas. Las escarificaciones, proceden a esta operación por el corte,mientras que el percing, sostiene esta a travez la exitación pulsional ; lo cual traduce, una relación diferenciada del sujeto al otro.
Confrontado a las viscicitudes de las transformaciones de la adolescencia ; el sujeto en adolescencia esta sometido a aquello que en la relación de objeto adviene a partir de una perdida necesaria. Cunado la separación en tanto que proceso no esta dialectisada, ella mantiene el sujeto en una posición de adhesión incondicional que lo conduce al encierro. Abrir un espacio de creatividad en el lugar de ese encierro es la proposición hecha a partir de talleres de creación conducidos por artistas en el marco de un centro diurno. Los soportes utilizados por el artista constituyen un sostén ellos realizan un trabajo de « holding » et de « handling » en el sentido que el artista establece un encuentro a partir de una materia que el porta psíquicamente y en el cual puede recibir las trazas, los bocetos, de figuración del adolescente.
Por una parte las instituciones de adolescentes, reciben todo tipo de solicitaciones, de otra parte, la extensión de la delincuencia tiene como efecto la socialización del crimen. En consecuencia, el terapeuta puede ocuparse de situaciones que se encuentran y cohabitan tanto en lo penal, como en lo social y en lo clínico. Así fue el caso de un joven criminal que recibimos. De parte la complejidad de la practica clínica, el terapeuta debiendo poder responder de una eventual recidiva, aquí se da cuenta de la opción clínica tomada, la cual privilegia el fantasma mas que la pulsión. Es la manera que nos parece lo más honesta para asumir nuestra responsabilidad social.
Adolescence, 2013, 30, 4, 945-956.
Revue semestrielle de psychanalyse, psychopathologie et sciences humaines, indexée AERES au listing PsycINFO publiée avec le concours du Centre National du Livre et de l’Université de Paris Diderot Paris 7