El encierro de menores es la forma más severa de castigo y para los menores la forma más degradante en términos de salud mental, de desarrollo y de reiteración. ¿La medidas tomadas en los establecimientos penitenciarios para menores pueden reducir les efectos de afiliación y estigmatización de un encarcelamiento?, ¿los centros educativos cerrados tal como son construidos ofrecen perspectivas favorables para una tarea pedagógica?, ¿Es que ello puede concebirse sin tener en cuenta la dimensión psíquica del acto antisocial? Aquí examinamos estas interrogaciones dentro de ese contexto tomando en cuenta los exámenes de las supuestas etiologías de la delincuencia.
Adolescence, 2013, 30, 4, 783-796.