A partir del caso de una adolescente prácticamente imposible de » colocar » en un centro de atención médica de emergencia, el autor desarrolla una lectura de los trastornos narcisistas primarios basados en un trastorno de la construcción por el sujeto de la imagen psíquica materna. Dentro de esta relación, el cuerpo propio y el cuerpo del otro cumplen entonces una función de » continentes « , suscitando ante los tabúes una respuesta en acto, no en el lenguaje. El tratamiento de este tipo de adolescentes requiere reconstruir, mediante la transferencia, una imagen materna interiorizada y, por ende, hacer del cuerpo arcaico un cuerpo inscrito en el lenguaje y en los significantes.