Freud absorbe el fantasma de fustigación « se pega a un niño » como si formara parte de la dinámica psíquica de todo individuo. Ello se manifiesta a finales del periodo infantil y resulta de las transformaciones psíquicas que se atraviesan en tres etapas. Una re-escritura de este fantasma, emerge a la hora de la adolescencia. Pegar al padre es considerado como una actualización en el acto de ese fantasma presente en todo adolescente : « Yo pego a mi padre ». Comprendemos que las etapas emergen de manera simultanea, mezclándose entre ellas, y ello impulsado por la emergencia de lo pubertario. Cada etapa viene a delimitar un movimiento diferente de elaboración de la separación de las figuras edipicas. La re-emergencia de dicho fantasma a la adolescencia hace desbordar el sistema de reflexión; dejando coexistir los fuertes deseos edípicos al mismo tiempo tomando represalias hacia el otro por no haberlo retenido.
Adolescence, T. 31 n°1, pp. 37-47.