Las estrategias defensivas de los enfermos de sida ante la finitud hacen recordar claramente las estrategias que se constituyen durante la adolescencia. Se trata en ambos casos de un yo herido, atacado por fuerzas de desenlace, y de ideales infantiles que intentan disgregarse. El resurgimiento de la fantasía de inmortalidad, que se da y se desarrolla durante la revolución pubertaria, permite borrar o desconocer la herida. Mediante fragmentos de la cura de un paciente enfermo de sida, intentamos aquí mostrar cómo puede surgir dicha fantasía, y en qué medida, ante la idea de muerte anunciada, el psicoanalista puede verse desalojado de su posición de neutralidad y confrontado a su propia convicción de inmortalidad