A través de una secuencia clínica de un adolescente presentandose como ciego, el artículo nos muestra la transmutación de una imposibilidad de constituir un horizonte del mundo subjetivo en una capacidad a subjetivarse encontrada en la transferencia. A subjetivarse a partir de un punto traumático y a construir el teatro de un mundo intimo. El camino terapéutico parte de la huellas del sobrecogimiento del cuerpo sobre el diagnóstico que atesta del impase y de la tentativa de existir. Enseguida se trata de observar sucesivamente los impases de la subjetivación del pasaje de la adolescencia, de ofrecer metáforas vivas, que puedan servir como una base inicial a la simbolización y restaurar de manera progresiva la capacidad de organizar una percepción del mundo y de sí mismo y afrontar lo que ha ocurrido para al fin abrirse a una nueva realidad subjetiva.