El advenimiento de A. Rimbaud como autor se hace muy temprano, cuando a penas tenía diecisiete años. El fué atrapado en una dialéctica del reconocimiento en el cual el protagonista és G. Izambard, primer lector de su poesía. El reconoce el valor y funciona como un heraldo sin esquivar el encuentro con el adolescente en sufrimiento .
El sabe mostrarse presente pero también retirarse si necesario, y nunca revindicará ningúna gloria de haber conocido a A. Rimbaud. El és el testigo tranquilo a lavez de las turbulencias de un adolescente y del nacimiento de un poeta. Retomar la dinámica del enlace y desenlace de esta relación presenta un gran interés para pensar la clínica del adolescente.