El hechos crecientes de desordenes de comportamiento, de conductas a riesgo de apetencia adictiva, de depresión y de gestos suicidarios en los adolescentes significa una entrada brutal en la patología de los lazos y de la dependencia. Los políticos no son ni ciegos ni sordos a este problema y a las repercusiones vitales para el avenir de todos. Han tomado conciencia después de veinte anos haciendo del adolescente una prioridad de salud pública. Nuevas ideas han emergido de esta manera, liberando las esperanzas y las iniciativas innovantes pero también confrontándose a las dificultades y a los fracasos. La experiencia de una unidad de psiquiatría de adolescentes, nos muestra de una manera ejemplar, los limites de una política « reglamentada » en materia de tratamiento psíquico para adolescentes que se hallan en un registro « limite ». Las dificultades administrativas que están en relación con una reglamentación obsoleta o a recomendaciones nuevas que tienen por objetivo el de promover las nuevas practicas van a venir perjudicar paradójicamente su ejecución. Sin embargo no se sabría subestimar el valor defensivo de la labor y del discurso administrativo ni tampoco, el peso de ciertas corrientes de pensamiento que denigran los fundamentos psicodinamicos de la « cura relacional ». El riesgo podría estar vinculado a la irresistible hegemonía del « modelo tecnocratico » el cual se presenta como una nueva utopía ignorante de su inscripción en la corriente de pensamiento « positivista » y de utilización sutil que pueden hacer los poderes establecidos. Sin embargo no hay que dudar que los «psiquistas» a través de su intervención directa y su « practica intermediaria » (Rousillon, 1991) deberán proteger un espacio determinante en las instituciones de cura. Las cuales no podrán pasarse de su vigilancia frente a los « impensados » de la estructura y frente a las pasiones efímeras que las atraviesan como modelos defensivos a los cuales a los cuales uno acude.
Adolescence, 2009, T. 27, n°2, pp. 469-485.