Este texto es el resultado de discusiones y de una reflexión entre mi trabajo de psicoanalista y el de supervisora, lo he escrito luego de una discusión con una asistente a quién superviso. Ella me hablaba de sus preocupaciones concerniendo sus entrevistas con jóvenes adolescentes con inhibición y silenciosos en su espacio de consultación. Su dificultad recurrente le había conducido a preguntarse si no habría sido más juicioso de orientarlos hacia los terapeutas hombres. A partir de ello he intentado de reflexionar a los medios de salir del impase en el cual ella se sentía atrapada con ellos.