Michael Jackson, figura un adolescente eternal, pone en escena la individualización difícil, e inaccesible. Sus metamorfosis, se hacen el eco de sus transformaciones psíquicas y físicas de los jóvenes púberes. Su mito que está fuertemente impregnado de rupturas genealógicas evoca un personaje que esta bajo el dominio de un poderoso deseo de auto engendramiento. Su polimorfismo maximiza las posibilidades de identificación de los adolescentes, y su genio de imponerse en los medias, influye y favoriza su apropiación sobre el modelo de la reivindicación social. Su capacidad a encarnar el poder lo plaza como un formidable soporte de proyección, haciéndose eco de los deseos narcisiscos de los jóvenes.
Adolescence, 2013, T. 31, n°4, pp. 979-993.