A partir de encuentros clínicos con artistas contemporáneos (aqui Boris), exploraremos el lugar del cuerpo en la creación, a través de la noción de ritmo. El ritmo no se reduce ni a la ritmicidad ni al tempo ni a la métrica sola, si no sería un testimonio de la encarnación del movimiento interno. Es en su encarnación, que ese ritmo existe, adosado l cuerpo pulsional del cual, él es la expresión. La obra así creada es su eco.
Adolescence, 2017, 35, 1, 187-206.