Una civilización marcada por el cristianismo que afirmaba que todo hombre es pecador y desarrollaba en cada uno de sus miembros una conciencia del pecado, toma el riesgo de ser remplazada por una civilización en la cual los remordimientos a fuerza de ser negados podrían desgastar clandestinamente el psiquismo de los individuos que se creen libres de toda culpabilidad. De otro lado, puede ser sin cese projectado sobre los otros, buscando irracionalmente la venganza en lugar de la justicia. ¿Es que el mundo moderno, que es extrangero a la dimensión teológica y metafísica del pecado podrá encontrar un camino que le permita de salir de este uso aberrante del remordimiento : Nada para mi, todo para el prójimo. ?