En nuestro encuentro con un cierto número de adolescentes que habían cometido crímenes sexuales, nosotros constatamos la ausencia de sentimientos asociados a sus actos, sobre todo que no existen signos de desórdenes disociativos o carenciales. Pero esa ausencia de remordimientos, puede ser considerada como una falla en la subjetivación adolescente consecutiva a la omnipresencia de una figura del superyó arcaico. El imago maternal primordial que constituye esta figura, no está ni integrada ni interiormente conflictualizada, pero está proyectada sobre un objeto que se ha vuelto indiferente para servir de salida a la exitación pulsional. El clivaje del yo, no es suficiente para asegurar una diferenciación minimal entre objeto bueno y el objeto malo e introduce una confusión el la cual el acto delictivo es el resultado. La emergencia de una culpabilidad transferencial podrá ser la consecuencia de una emergencia del proceso disociativo en la cura.