La elaboración y la implementación de programas educativos de salud dirigidos a los jóvenes deben obedecer a criterios precisos. Se discute aquí la prevención en materia de VIH y de toxicomanía. Sólo una información verosímil y adaptada al público en cuestión puede ejercer una influencia favorable ; esta información debe dirigirse tanto a los sujetos vulnerables como a la comunidad en su conjunto. A este respecto, la cooperación internacional está más que nunca a la orden del día.$