La imagen marítima de navegar en aguas oscuras propuesta por D. W. Winnicott para describir el periodo de la adolescencia ilustra la inmovilización de ciertos pacientes. La reactualización del conflicto de Edipo cuando no ha desaparecido, viene a solicitar al Yo y moviliza el narcicismo. En el centro de cura para los adolescentes, la psicoterapia institucional, asociada al tratamiento grupal, intenta de volverlos hacer navegar.
Este artículo, analiza a partir de observaciones largas, las prácticas de profesores de segundaria, quienes utilizan una red social con sus alumnos. La presentación de los resultados permite de moderar la afirmación que muy a menudo se hace de una participación acentuada de los adolescentes sobre las redes sociales. Al contrario, estos útiles, pueden favorecer la fantasía de poder y de omnipresencia del enseñante. En algunos casos ellos contribuyen a la confusión entre espacio privado y esfera profesional.
La ausencia o la porosidad de los vinculos a los objetos de la infancia, fisura la potencialidad de identificación en el adolescente, sumergiendolo en un insostenible e inquietante sentimiento de extrañez de su Yo. El dispositivo psicoterapéutico, permite al paciente de exprimir su odio hacia su madre o a su padre, y ello en una relación de transferencia sobre el psicoanalista dando asi una posibilidad de encuentro a un otro identificadi como «extranjero», suficientemente diferente (sexualmente) y diferenciado (narcisicamente).
La adolescencia, edad de los posibles, se inscribe en el campo de la discontinuidad, en ella, la más perceptible es corporal. Otras discontinuidades – psíquicas, familiares y ambientales – son propias de la edad. Los rastros de las primeras fases del desarrollo van hacer eco a esos cambios.
La adopción, no es un criterio predictivo de alteraciones psicopatológicas durante la adolescencia ; sin embargo, la experiencia clínica revela que existe una inclinación a pasar por el acto en el caso de ciertos adolescentes adoptados « potencialmente vulnerables » puesto que presentan una fragilidad en su narcisismo.
Los « selfies »adolescentes, interpelan al psicoanalista y su proliferación masiva sobre las redes sociales conduce a revisitar el estadio del espejo. Esas ilagenes de si : ¿acaso son un espejo reflexivo o un espejo vacio ? Así sean masivamente narcisicos, los « selfies » resultan de una búsqueda de identidad, o de una búsqueda estética la cual puede aparentarse al autorretrato. Mas allá del aspecto lúdico y narciso, ellos están vinculados a interrogaciones fundamentales de la identidad, la sexualidad y la muerte.
En el caso de una adolescente psicosomática, el síntoma auto sádico de tricotilomanía, condensa las carencias del yo-cuerpo y sus tentativas de apropiación auto-eróticas. Esas heridas traumatofílicas que se repiten, entretienen con fines de supervivencia, la excitación ocasionada por una ausencia maternal denegada cuyos rastros mnemónicos colonizan la memoria del cuerpo enfermo. El objetivo terapéutico es el de retomar a través de la transferencia y la contratransferencia la función primitiva homo y auto reflexiva.
Este articulo se propone analizar la expresión del odio contra el padre, lo que es frecuentemente encontrado ya sea en la clínica como fuera de ella en los adolescentes contemporáneos. Si es cierto que un dialogo manifiesto puede evocar diversos contenidos latentes y además las condiciones mismas de las curas de los adolescentes, no siempre autorizan a poner en evidencia las capas más profundas del inconsciente, se puede decir, en el prolongamiento de la proposición de Freud en lo referente a la cuestión del parricidio ; que considerar las obras literarias es una vía privilegiada para explicar este afecto.
El asunto del odio durante la adolescencia, es visto como un juego de espejos: de un lado el odio que puede resentir el adolescente y que puede ser como un odio del otro y como un odio de sí mismo ; y de otro lado, el adolescente puede ser un blanco del odio, el odio contra los adolescentes.
El odio es de naturaleza profundamente narcisista, traduce una defensa arcaica, es una protección extrema contra la amenaza de un derrumbe psíquico y del narcisismo. El odio puede ser inofensivo o al contrario agresivo y destructor buscando a abolir la alteridad. Durante la adolescencia, el movimiento afectivo del odio hacia los padres y globalmente hacia el entorno parece ser necesario puesto que el adolescente tiene el sentimiento de ser « mal visto », pasivo o feminizado.
Adolescence, 2015, 33, 2, 277-288.
Revue semestrielle de psychanalyse, psychopathologie et sciences humaines, indexée AERES au listing PsycINFO publiée avec le concours du Centre National du Livre et de l’Université de Paris Diderot Paris 7