philippe jeammet : reflexion sobre la parentalidad

Los seres humanos tienen una competencia natural a criar sus niños, si no la humanidad no existiria más. Sin embargo, es verdad que la evolución social reciente, hace que esta función sea más compleja o más dificil. La liberalización de la sociedad occidental, ha hecho perder en parte un cierto consensus sobre las reglas educativas, las cuales se interponian como entidad de tiercerización entre los deseos de los padres y el de los niños. Esta pérdida benéfica sobre muchos aspectos, tiene el inconveniente de suscitar un vinculo de tipo incestual entre los partenarios asi como también de favorisar una relación de tipo narcísica entre ellos ; borrando los limites. Lo que diferencia el niño y el adolescente es aquello que escapa al deseo de los padres ; es decir todo lo que es del orden de la oposición, de la insatisfacción, de la provocación y potencialmente de la destructividad. « Eso soy yo » puede decir la jóven por que ello pone el adulto en dificultad y en la impotencia y permite al jóven de escapar de la angustia de abandono por que el inquieta asi como también a la angustia de fusión y de intrusión que podria suscitar el placer compartido.
Sin embargo, la invitación hecha a los padres por comprender las relaciones emocionales con sus hijos, no deberia paralizarlos en sus acciones y en su espontaneidad y renfuerza una situación de espera hacia sus hijos a quienes se les pediria de dictar su educación a los propios padres tomando dalguna manera su lugar. Parece ser mas favorable el hecho de liberar la confianza y la capacidad de ser padre disuadiendoles de querer controlar todo y de culpabilizar si aparece una dificultad. Sin embargo, toda dificultad durable que impide al jóoven de alimentarse de lo que es necesario a su desarrollo y que renfuerza una dependencia patógena al adulto señala la necesidad de oponerse para diferenciarse en detrimiento del desarrollo de sus competencias. Ello implica a veces de poner un límite firme por los padres al comportamiento destructor y una apertura hacia terceras personas para salir de la confrontación estéril.